El pasado miércoles 27 de mayo el Norte de Castilla realizó una entrevista a Marta Nosti, nuestra directora en Palotes:

«Yo estoy lista para abrir. En cuanto se pueda. Hemos adaptado las instalaciones, se van a extremar las medidas higiénicas y, además, las familias nos piden el servicio. La conciliación para muchas personas se hace cada vez más complicada, porque han vuelto a trabajar y no tienen con quién dejar a los niños», asegura Marta Nosti, directora de Palotes, un centro de educación infantil ubicado en Zaratán y dispuesto a reabrir sus instalaciones en el momento en el que Valladolid ingrese en la fase 2. La desescalada programada por el Gobierno permite que este tipo de centros comiencen a prestar servicio, con prioridad para aquellas familias que no puedan teletrabajar, pero la competencia depende de las comunidades autónomas. Y la Junta, la semana pasada, dijo que se seguirá el mismo criterio que con el resto de etapas educativas. La idea: volver en septiembre. Aunque, si la situación epideomológica lo permite, se analizará cómo reabrir antes guarderías sin carácter educativo. «El problema es que no hay un criterio fijo ni claro», critica Nosti. «Pero nosotras ya estamos listas para reabrir. Se ha demostrado durante este tiempo que somos una necesidad primordial. Los niños son los menos vulnerables y, con las medidas oportunas de higiene, se puede mantener la seguridad de los trabajadores», asegura la responsable de una escuela infantil ubicada en Zaratán, uno de los municipios con más población joven de la provincia. «Parece un poco absurdo que en fase 2 se permitan ya contactos de grupos de personas, haya bares abiertos, gente junta de paseo o en los parques y no se pueda abrir una escuela infantil», defiende Nosti, con 26 años de experiencia en el sector y al frente de un centro con siete trabajadoras (incluida limpieza y cocina propia), que tiene capacidad para cien plazas, aunque estén ocupadas cerca de la mitad. «Por eso, si hubiera límites de aforo, en mi caso no sería un problema. Son instalaciones grandes, tres plantas, patio cerrado, se pueden hacer actividades al aire libre». Y durante las últimas semanas –con sus empleadas en expediente de regulación de empleo– ha adaptado el centro a una nueva realidad. Las familias ya no podrán acceder al recibidor o las instalaciones, sino que los niños se recibirán en la calle. Aquellos que ya puedan andar, pasarán por un felpudo de dos metros, con dos zonas diferenciadas. La primera es de desinfección (con un solución hidroalcohólica) y la segunda de secado. «Después, los niños se quitarán los zapatos que traen de la calle y los meterán en unas cajas decoradas por ellos que estarán en el vestíbulo. Antes se quitaban los zapatos al final del pasillo, ahora lo harán justo nada más desinfectarlos y entrar en el centro», explica Nosti. También antes de acceder se tomará la temperatura a los niños, con un termómetro de infrarrojos. Y habrá un exhaustivo lavado de manos. «Era ya algo muy habitual en todas las escuelas infantiles, al bajar al patio, al subir, al terminar de jugar… pero ahora se hará mucho más a menudo». «Va a ser necesaria una desinfección mayor de la que ya teníamos, en este caso con ozono. Porque los niños gatean, por ejemplo». Este cuidado se llevará también al material del que dispone el centro. «En nuestro caso, los juguetes eran de madera. Muchos los vamos a tener que retirar. Después de que un niño los haya cogido los meteremos en grandes recipientes con desinfectante. La madera con el agua se combaría. Por eso tendremos que usar otro material. Antes, los niños podían coger los juguetes que quisieran. Ahora, eso no será del todo posible, habrá algunos que no estén disponibles (se estarán desinfectando) y tampoco pueden tocarlos todos». Marta entiende que no habrá mayores dificultades con los bebés (ocho por aula), puesto que el distanciamiento en estos casos es más sencillo. «Lo más complicado serán los niños de uno y dos años, donde guardar las distancias será más difícil, porque los niños juegan, se tocan…».En cualquier caso, recuerda que la apertura estaría prevista para la fase 2 de la desescalada. «En ese momento, ya se permitirían reuniones sociales de hasta quince personas, bodas con cien invitados, abrirían los centros comerciales…Si se siguen unas reglas de seguridad, no habría mayores problemas en una escuela infantil», defiende. Las trabajadoras se llevarán a casa todos los días las mallas y la ropa de trabajo y ha fijado un protocolo para que no se crucen en el vestuario. «Mi idea es abrir con el horario habitual, de 7:00 a 21:00 horas, y mantener todos los servicios de comida, merienda… Porque es algo que las familias están demandando. La conciliación va a ser necesaria. Se está volviendo a trabajar y los abuelos son una población de riesgo», defiende Nosti, quien se plantea ampliar los programas de conciliación que pone en marcha durante las vacaciones para niños de 3 a 10 años. «Habría que adaptar las actividades, pero no veo mayores peligros (más allá de la precaución) por retornar a la actividad cuando para esa etapa ya se va a poder salir a la calle en grupo y compartir juegos», asegura Marta.

 

Haciendo click en la imagen podéis acceder a la página web del medio donde se publica la noticia:

norte de castilla